Encantada, fue un placer poder compartir con vosotros mis reflexiones, pero lamentándolo mucho esto ha llegado a su final. No lloréis por mí, que me voy a casar con ella, no lloréis. Perdón, mi teclado ha sido poseído durante breves instantes. No es nada malo, de verdad, sólo que voy a pasar a mejor vida. Mañana me va a tocar la lotería. Está clarísimo. Averigüé mi número de la suerte con unos complicados cálculos (por suerte no hizo falta llegar al logaritmo neperiano, gran operación que tan útil me ha sido en mi vida diaria "¿por favor me pones un cuarto de logaritmo neperiano de pi a la menos 3 de tomates?" "¿Esa cantidad es porque estás a régimen estricto o por superstición?" "No, por tocar los huevos más que nada"), compré un décimo acabado en ese número: MI número. Sé que me va a tocar, gracias a mi madre, y a mi hermano, y a mi padre, y a un par de amigos, y de hecho, a toda la sabiduría popular que tantas y tantas hermosas y (sobretodo) prácticas supersticiones ha creado.
Decidí que iba a ir a comprar el boleto en luna creciente, por eso del simbolismo, supuse que al estar creciendo atraería el crecimiento de mi dinero, no vaya a ser que sea menguante y la liemos. Así que el día que iba a comprarlo hice los pasos habituales: me levanté con el pie derecho, claro que estaba medio dormida al despertarme y fallé de pie a la primera, así que tuve que repetir. Me duché, me vestí, desayuné, bueno, todo esto no es superstición, yo más bien lo llamo prepararse-para-salir-de-casa. Entonces cometí un gran error: antes de salir dije que iba a ir a comprar lotería, al momento aparecieron mi madre y mi hermano en el comedor y me pidieron que comprase la suya también. Me dio un poco de mal rollo: ¿y si al comprar sus números les traspaso mi buena suerte? ¿y si les toca a ellos la lotería con los números que YO les he comprado? Me resigné y acepté... tendríais que haber visto lo peligrosos que se ponen cuando les da el ataque ludópata. Me dieron el dinero (ni se os ocurra pensar que soy rácana, pero si les voy a pasar mi suerte no querrán encima que les pague los boletos) y me fui para la puerta, dispuesta a irme. Pero no iba a ser tan fácil, nada de eso: mi madre me asaltó antes de llegar a medio pasillo y me dio un azucarillo para atraer el dinero (para eso que me dé un imán potente y atraeré seguro la calderilla), una estampita de san Pancracio para atraer el dinero, una piedra pequeña de cuarzo para atraer la buena suerte (pensábais en el dinero, ¿verdad? materialistas que sois) y cuando me iba a dar una vela bendita opté por correr hacia la puerta y al llegar a la calle esconderme de portal en portal para que no me la tirase desde el balcón. Compré los décimos, 100 euros en total, 4 números distintos, pude leer la mente de la señora que vendía la lotería "hay que ver pobre chica, tan joven y tan ludópata, si todos los de su generación son así tengo negocio para años". Total, que llegué a casa, le di a mi hermano sus dos décimos y guardé los otros tres. Ni siquiera le he dicho a mi madre que número juega, porque tenemos dos números iguales y seguramente si no lo sabe me dará suerte, que yo también tengo mis supersticiones. En el informativo explicaron que para que toque hay que pasar el décimo por la nariz de una bruja, pero como mi madre estaba costipada me conformé con pasarlo por la figurita de la bruja de Sort que tenemos en casa, no vaya a ser que a la bruj... digooo... a mi madre le dé por estornudar y cambie el color de los números.
En definitiva y acabando que esto se alarga, deciros que si mañana a estas horas soy millonaria, vendré a despedirme, y sino soy millonaria siempre podré aprovechar el azucarillo que me regaló mi madre, algo es algo.
PD: ¿Habré ganado el concurso de Fran Perea? jejeje ;)
muy bueno
Escrito por leandro a las 17 de Octubre 2005 a las 10:45 PMmuy bueno
Escrito por leandro a las 17 de Octubre 2005 a las 10:46 PM