Hoy he ido a que me sacaran sangre, y no, no he ido a Hacienda, yo de momento no tomo de eso, gracias.
Las últimas veces que me sacaron sangre (tres veces en dos semanas, excesivo para mi gusto) lo hicieron del brazo izquierdo y así se lo hice saber al médico cuando me hizo pasar y sentarme en la silla. Me arremangué y buscó la vena, no la veía del todo claro, así que me hizo remangar también del brazo derecho y se dispuso a buscar otra vez, pero tampoco la encontró, entonces dijo que había visto una señal de pinchazo en el otro brazo (casualmente el que le había sugerido yo al principio) y se acerca a mi con un rotulador y me pinta un punto en la marca antigua y me pincha en el punto negro. ¿Surrealista? Un poco, aunque supongo que sería más surrealista si en vez de utilizar una aguja hubiese intentado pincharme con un arenque.
De todas maneras el médico que me ha sacado la sangre era muy agradable y me distrajo bastante gracias a su conversación; bueno, me tranquilizó hasta el momento en que le dije que tenía un poco de miedo a las agujas y me comentó que casi toda la gente les tiene miedo y que hasta él pasa la noche sin dormir cuando le tienen que hacer un análisis. Eso me puso nerviosa: ¿qué clase de médico tiene miedo las agujas? Si él que se supone que sabe que esto es totalmente seguro tiene miedo ¿qué tengo que hacer yo, salir por patas? Es como si un carpintero fuese alérgico al serrín, o un carnicero fuese vegetariano, o peor aún, si un futbolista abuchease a sus compañeros... eeeh... mejor lo dejamos.